Todo lo que hacemos en la vida lo hacemos para seducir.
Seducir a alguien es lograr que desee lo que uno quiere que desee.
Seducir es insentivar, estimular, provocar el deseo en el otro.
Muchos esperan en silencio detectar un señal en el ser amado, esperan ser deseados , a otros lo que los seduce es sentirse deseados. A otros nos seduce lo opuesto, sentirse no deseados, a otros los seducen lo prohibido, lo imposible, lo que no pueden tener. ¿Existe una sola manera de seducir?, ¿Es posible seducir a alguien que no nos desea?, ¿Alcanza con la seducción para el amor?,¿Si se desea lo que no se tiene, cuando se tiene se sigue deseando?.
Para seducir hay que tener la paciencia del pescador, saber esperar el momento exacto.
Uno pretende que sueñen con nosotros, queremos ser el único en la vida del otro, pero solo se puede aspirar, a ser el elegido. Seducir tiene sus vueltas, a veces, el amor muere cuando dan nuestro amor por sentado y renace cuando sienten que pueden perderlo. Nos preocupa mucho que no haya terceros dando vueltas, pero a veces esos terceros ayudan a la seducción, la encienden. El mayor riesgo de un seductor es caer seducido, ahí se vuelve torpe, predescible. El riesgo de un seducido es su inseguridad, que puede llevarlo a cometer ciertas torpezas. Uno no sabe porque ama, ni porque es amado, seducir tal vez sea simplemente ayudar un poquito a esa magia que ocurre, sin que sepamos bien como ocurre, ni porque.